jueves, 28 de diciembre de 2017

Sujata Bhatt (Ahmedabad, India; 1956).
Kalika

En la mañana, cuando peina
el brilloso y embarañado pelo de su hija de siete años,
se mira el rostro en el espejo; 
los ojos enrojecidos, exhausta, 
siente que ha crecido dentro de un extraño desaliño durante la noche.
El rostro de su hija: los ojos bien abiertos
mucho más que los ojos de su madre
quien murió la noche anterior
en un coma diabético.
Mientras Kalika divide el cabello en el centro,
una línea recta curveando hacia abajo
de la cabeza de su hija;
recuerda, cinco años antes
las ampollas que crecieron y crecieron
en la nuca de su madre, sin curarse,
el cuero cabelludo agrietado y sangrando
hasta que el doctor le rapó
el grueso y gris cabello crecido hasta la cintura.
Cuando Kalika mira a su hija abrir la puerta
el sol cae en los rojos lazos brillantes
floreciendo al final de las trenzas recién hechas,
y ahí está su madre en un sari rojo, 
caminando entre el sonido de las campanas del templo.
Hierbas verdes, jazmín blanco entre sus manos, 
pequeñas flores rojas tejidas en su cabello ondulado.
Después, arrancando pegajosas telarañas
de las esquinas en lo alto del techo,
mientras golpeando a las arañas que huyen de la escoba de mango largo,
Kalika apenada, mira hacia afuera por la ventana
y ve a su hija en el césped
batallando con el pelo de las muñecas de sus amigas, cuando juegan

https://es.wikipedia.org/wiki/Sari

Versión al español: Minerva Reynosa

Sujata Bhatt (Ahmedabad, India; 1956).
Kalika

In the morning, while Kalika combs
her seven-year-old daughter’s glossy tangled hair,
she looks at her face in the mirror;
red-eyed, worn out,
she feels she has grown into a mangy stranger overnight.
Her daughter’s face: wide open eyes
so much more like her mother’s
who died last night
in a diabetic coma.
As Kalika parts the hair in the centre,
a straight line curving down
the back of her daughter’s head;
she remembers, five years ago
blisters on the back of her mother’s head
grew and grew, never healing,
her mother’s scalp cracked and bleeding
until the doctor shaved off
the waist-length thick grey hair
and tightly bandaged the head.
As Kalika watches her daughter open the door
the sun falls on the bright red ribbons
flowering at the ends of the freshly made braids,
and there is her mother in a red sari,
walking towards the sound of temple bells.
Green herbs, white jasmine in her hands,
tiny red blossoms woven in her coiling hair.
Later, tearing out sticky cobwebs
from corners in the high ceiling,
while jabbing at fleeing spiders with a long-handled broom,
Kalika winces, glances out the window
and sees her daughter on the lawn

struggling with her doll’s mates hair.



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